Una escena
Me miró y
levantó su ceja, luego levantó ambas cejas. Entendí que quedé al descubierto. Ella
se dio cuenta de mis mentiras. No lo pude ocultar aunque era la intención,
estábamos solos y en el parque a plena luz del día, cara a cara, sentí que mis
ojos celestes reflejaban mi estado. Bajo el árbol ella me observaba. Era otoño,
hacía un poquito de calor. Pero ella no se acercaba a mí. Llevaba un vestido
largo negro, su pelo apenas pasaba los hombros. Se colgó en mi mirada. Me dijo
que tenía una mirada violenta. Yo miré sus zapatos negros, borcegos con
cordones. Yo en cambio, me quería hacer el canchero, con jeans, zapatillas y
mis mates. Sé que la decepcioné cada segundo un poco más. Por dentro me
irritaba porque ella siempre estaba mirando hacia otro lugar y hacia otra
gente. No me daba atención, le hablaba de algo y enseguida lo olvidaba. Cada vez
sentía más bronca. Tenía una chance para ganarla y no paraba de perderla. Me
sentí un estúpido, un verdadero estúpido. Yo no le gustaba. Lo entendí al
tiempo.
Agarré mi
mate y mis cosas, y le dije a ella me voy. Ella dijo que se tomaría el micro
cerca del parque, mi corazón estaba cada vez más frío. Parecía que jugábamos
hacernos daños. Eso sentí, la realidad, interpreté todo mal.
Luego, no la
volví a ver por el camino de la facultad, ni tampoco en el parque, ni en el
bosque, ni tampoco salimos a caminar más.
Ella me dejó,
se alejó de mí. Es que si me conocen y aún se quedan conmigo, lo valoro mucho.
Soy yo, soy un héroe. Pero sin amor de verdad.
Autor : Marilina Belén Mendez
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